Viajar es una experiencia intensa, que te interpela y te desafía, es la incertidumbre plena donde todo te sorprende si te dejas sorprender, es la mejor escuela...

lunes, 18 de octubre de 2010

Las yungas, el impenetrable turístico

El extremo este de la provincia son las llamadas yungas jujeñas, a donde accedemos saliendo de San Salvador por la ruta 66. Llegando a San Pedro ya cambia el paisaje y nos adentramos en la zona selvática, más húmeda, más verde, más colorida, más calurosa. Calilegua es una pequeña localidad a 111km de la capital provincial, que se encuentra próxima a la entrada al Parque Nacional homónimo. Para llegar al mismo hay que empalmar con la ruta 83, es preciso estar motorizado, si no es con vehículo propio con remises que recorran los 8km que separan la entrada del parque de la ruta, o levantarse temprano e irse a la terminal de la localidad de Libertador Gral. San Martin, desde donde salen unos colectivos a las ocho de la mañana que van hacia la localidad de San Francisco y recorren los más de veinte kilómetros de ruta consolidada que atraviesan el parque desde el extremo este al noroeste.

Una vez que se cruza el cartel de madera que da la cálida bienvenida al predio se encuentra la primer central de guardaparques, Aguas Negras, donde te informan sobre  el área de uso público, que es el que corresponde al trazado de la ruta provincial 83, sobre la cual se encuentran las distintas propuestas de recorridos: ocho senderos caminables, con diferentes grados de intensidad y dificultad; circuitos para bicicletas; miradores y lugares para camping. También te aprovisionan de folletería sobre las especies arbóreas, identificadas numéricamente, y una guía práctica para reconocer huellas de algunas de las especies que habitan el lugar (coatí, corzuela colorada, zorro de monte, mayuato, lobito de rio, carpincho, tapir, pecarí de collar, hurón mayor, gato montés, agutí y yaguareté).

El parque protege más de 76.300ha de selva de montaña, distribuidos en distintas zonas identificadas: selva pedemontana, selva montana, bosque montano y pastizal de neblina, diferenciados  por las variaciones en altitud (el gradiente de altitud es de 500 a 3600mt sobre el nivel del mar), de pendiente, de suelos y de exposición de laderas. Por eso en esta extensión se albergan especies de flora y fauna variadas acorde a las diferentes regiones, ocupando el segundo lugar en biodiversidad del país.

La visita a este lugar fue una aventura desde la entrada, afortunadamente mi experiencia fue con la compañía de uno de los guardaparques, por lo tanto tenía un guía personalizado que me transmitía todo cuanto podía de la variedad y la riqueza del lugar. Muy importante es llegar al parque con un baño previo en repelente de insectos, ya que los mosquitos y los jejenes tienen un dominio total en este lugar. De acuerdo al tiempo y estado físico pueden elegirse los senderos a recorrer, cuando uno se adentra en alguno de ellos se siente un explorador en tierras vírgenes, esquivando lianas, reconociendo huellas, rodeado con sonidos de pájaros y del viento que mece ramas, procurando ser sigiloso con pisada cauta como Oxossi, el orixa que simboliza al cazador sigiloso para que la presa no se alerte, para que las aves no se espanten. En mi primer recorrido el guardaparque me abría el camino con un machete, porque día a día las lianas y las ramas quieren borrar los caminos nuevamente, por eso ellos tienen que abrirlos nuevamente. El sendero guaraní no requiere exigencia física, dado que la finalidad es permitir un vistazo general de esta comunidad que se alberga en la región, de sus costumbres, sus ritos y sus hogares. En el otro extremo, el sendero Tataupa es uno de los de mayor dificultad, cinco horas de recorrido, y como no podía distraer al protector del parque tanto tiempo realice el circuito sola. Este se inicia con una pendiente pronunciada, que nos permite experimentar la transición de la selva pedemontana a la montana, luego una posterior bajada hasta el rio con una alerta sobre la presencia de yaguaretés y pumas en la región y qué hacer frente a un encuentro de este tipo, algo poco frecuente después me informaron, pero el cartel le sumo una dosis de adrenalina nada despreciable, sobre todo porque en el recorrido por el lecho del rio al lado de mi pisada había una huella felina que no podía identificar, aun hoy mi memoria me falla, quizás por su tamaño era la de un gato montés pero para mí era la de un puma, por lo tanto me repetí varias veces las recomendaciones de qué hacer si nos encontrábamos con el manchado felino.

De acuerdo con la tradición de promocionar poco los atractivos de la provincia que están por fuera de la Quebrada de Humahuaca, el parque no se encuentra entre los imperdibles de un viaje a la región, pero sin dudarlo, para mí es un paso obligado para admirar y maravillarse. Al evocar la provincia de Jujuy vienen a la mente los cerros coloridos, el clima seco y el sonido de quenas y zamponas, pero después de conocer las yungas uno se sorprende aun más que a pocos kilómetros de distancia se encuentre una selva amazónica, con arboles titánicos, con clima húmedo y caliente, muy distante de los colores tierra de la otra parte, donde son colores vivos e intensos y donde sus cantos y danzas son festivas y risueñas. 




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