Viajar es una experiencia intensa, que te interpela y te desafía, es la incertidumbre plena donde todo te sorprende si te dejas sorprender, es la mejor escuela...

miércoles, 13 de octubre de 2010

Iruya - Salta

El trayecto en el colectivo que sale de Humahuaca con destino a Iruya es largo y sinuoso, más de uno se descompone cuando en el cruce de la provincia de Jujuy a Salta la altura es de 4000 mt. sobre el nivel del mar. Sin embargo todos los que no son de estas tierras están (estamos) desafiando el calor y el cansancio con la nariz en las ventanas polvorientas intentando retratar con la cámara una parte de ese paisaje indescriptible. La entrada a este pueblo perdido en las montañas es mágica, como el mismo pueblo, existe un halo misterioso, como si un velo de piedras de colores se abriera y permitiera ver entre sus quebradas las casitas de adobe y las fincas.
En los diez años que lleva abierta al turismo Iruya creció mucho, sus casas se multiplicaron y extendieron bastante, todos los días llegan micros con turistas, en el verano dicen que alrededor de catorce micros llenos diarios, en el resto del año cuatro al día casi llenos y casi vacios. Sin embargo conserva su privacidad y su identidad, dado que su acceso es complicado y muchos pasan el dia optando por dormir en Humahuaca.


El oficio de caminar…


En mi estadía conocí distintas historias de los que habitan por aquí y cuya tarea del día a veces consiste en caminar por largas jornadas por senderos empinados, no por placer sino por necesidad: había una chica (una de las tantas) que se despertaba a las cinco de la mañana para emprender una caminata desde un pueblito cercano, Casa Grande, cuesta abajo tres horas acompañada por un par de mulas hasta Iruya para aprovisionarse, cargar y emprender la vuelta cuesta arriba y que la bravura del sol del mediodía no sea inclemente con su andar. San Isidro es una bella aldea a ocho kilómetros de distancia que mantienen un intercambio continuo con su vecina localidad, y son varios los que día tras día recorren esa distancia por el lecho del rio cuando es temporada seca, y por las montanas cuando el otro camino ha sido borrado. Una madrugada acompañé en parte de su recorrido de retorno a una mujer de Matancillos, que queda a doce horas de camino de Iruya por el lecho del rio, entre piedras y esquivando el rio (y cuando es inevitable, varias veces en el trayecto, sumergirse en él afianzando la pisada para que la fuerte corriente no haga que todo uno se zambulla) para llegar a Iruya, capital departamental, aprovisionarse, pasar la noche, y emprender la vuelta al día siguiente…
La municipalidad hace caminos todos los años, es que el rio crece mucho en la temporada de lluvias y es imposible transitar por allí, cuando baja con camiones deben hacer el camino que une los pueblos. Pero actualmente la Municipalidad solo hace el camino hasta Las Higueras y aquellos que viven mas abajo tienen que caminar… bastante…
Me contaban que la Municipalidad desconfiaba que los camiones pudieran abrir esos caminos sin romperse, y para demostrar que se podía los paisanos a pico y pala dieron el primer paso, sin salario que cobrar, solo las comidas que les daban fuerza, agua y el tradicional coqueo desde que amanecía hasta la tarde, y así dejar las huellas para que después las maquinas afianzaran el sendero.




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