Viajar es una experiencia intensa, que te interpela y te desafía, es la incertidumbre plena donde todo te sorprende si te dejas sorprender, es la mejor escuela...

lunes, 13 de septiembre de 2010

Salta - Cafayate

La estadía en la casa de la familia Saso en Amaicha del Valle había sido tan placentera, llena de cariño y bondad, que era difícil irse. En esos breves, pero intensos, cuatro días hice de esa casita mi hogar, de la familia, mi familia, porque la entrega de afecto era tan profunda y sincera  que me hicieron sentir una más… ‘la hermanita que siempre quisimos’ me decían Miguel y Héctor… es así que la partida pensada para horas de la mañana se postergo hasta la tarde… Volvía a la ruta, a conocer a algún paseante, local o turista, que quisiera mi compañía hasta llegar a Cafayate, y el lugar de espera, el Museo Pachamama, trajo hacia allí a dos vascos que recorrían el norte dispuestos a llevarme, Juanan y Enrique. Así emprendía una nueva aventura hacia la provincia de Salta, dejaba atrás la calidez de una familia nacida en estas tierras para compartir ahora con dos personas nacidas del otro lado del océano y con quienes en esos 65km de ruta encontramos muchos puntos en común: motivaciones, gustos, intereses, preocupaciones, deseos, sueños, que nos hicieron reflexionar que aunque nos separaban continentes, contextos, culturas, formaciones diferentes y casi 10 años, eran más las cosas que nos acercaban.

Cafayate es una localidad con mucho movimiento, está muy equipada en cuanto a restaurantes, hospedajes y ferias artesanales, dado que mucha gente se acerca por las numerosas bodegas y por sus circuitos turísticos. Pero no es un movimiento que abruma y la opaca, dado que conserva algo de los pueblos pequeños en sus calles de tierra, los carteles tallados de madera y el hecho que casi no hay edificaciones de más de tres pisos. El destino más promocionado es la Quebrada de Cafayate, que hace unos años se conocía como la Quebrada de las Conchas y así sigue figurando en algunos mapas turísticos, probablemente el pudor hizo que este lugar se rebautizara en alguna folletería, pero más allá de cómo se lo llame es sin lugar a dudas un lugar imperdible. En el recorrido de casi 40km se señalan una serie de lugares para detenerse, pero mas allá de esos hitos para la foto lo que es indescriptible es el camino que los une: la naturaleza caprichosa con las formas que delinea, las superficies rugosas que con solo verlas uno siente que las toca, el cielo diáfano azul profundo que contrasta con la paleta completa de colores de los cerros con que cualquier pintor estaría a gusto de trabajar, el rio que nutre y permite que la flora emerja con toda su plenitud, y todo está allí, sin vallas que impidan el paso y seguirá estando por mucho tiempo… por eso creo que mas allá de sacarse la foto en Los Castillos, Las Ventanas, El Obelisco, El Fraile, El Sapo, lo lindo es perderse por ahí, dejarse penetrar por tanta belleza, dejarse conmover con todos los sentidos, hasta elegir un lugar donde sentarse a observar, en la calma meditativa que el lugar invita. El Anfiteatro y la Garganta del Diablo son los últimos destacados del recorrido y coronan con su magnificencia todo este esplendor, la acústica del anfiteatro permite que el sonido que se emite se escuche claro y potente, alguna vez me dijeron que León Gieco quería tocar en ese lugar, no sé si será verdad, lo cierto es que allí había dos músicos con una quena y un charango que compartían su arte haciendo que sea una experiencia de belleza holística e integral.

Muy cerca de la ciudad, a unos 6 km, se encuentra El Divisadero, cuyo nombre proviene porque permite una visión total del valle y sus alrededores por estar en las alturas. En mi viaje hace unos años había allí un camping algo descuidado, hoy se asienta la Comunidad Diaguita Kallchaqui, que tras un arduo conflicto por recuperar las tierras que eran suyas lograron echar al dueño del camping y establecerse allí resistiendo a las amenazas de desalojo. Son sus tierras y las defienden con sus cuerpos, quieren que se las reconozcan, pero es un proceso largo, mientras tanto ellos esperan. La expansión de la ciudad y los privilegios de este lugar en las alturas amenazaron con la construcción de un hotel 5 estrellas y un viñedo, porque las cepas a más de 2000mt son muy preciadas, y ellos resistieron, porque aquí vivieron sus antepasados, aquí esta su historia y su presente, su identidad. Cuando llegué al Divisadero estaba anocheciendo y conocí a Nahuel, quien integra la comunidad y oficia de guía hacia las cascadas, para que los intrépidos no vayan solos por estos caminos, él se ofreció a acompañarme para mostrarme una parte de este lugar, su lugar. Entre senderos abiertos por la voluntad de Exu penetramos entre los cerros por el curso del rio, con el sol cayendo y las primeras estrellas apareciendo. No pudimos adentrarnos mucho por la hora, pero afirman que entre esas montañas, pasando las cascadas, se guardan muchos secretos, pinturas rupestres, antiguas viviendas y momias… la energía del lugar de percibe en la piel, en el estremecimiento que provoca encontrar una punta de flecha o un mortero en el lugar donde se lo utilizaba y figurarse a quien le dio uso; en que le cuenten que los espíritus (no hablan de almas, porque lo asocian con un término cristiano) habitan esas piedras, el rio, en los cóndores que nos sobrevolaban, en los cerros. En mi paso por la comunidad destaqué el profundo respeto hacia las personas mayores, que tienen muchos inviernos vividos, que conocen a la Pacha y con mirar el cielo auguran cómo será el clima al día siguiente. También me sorprendió la importancia y la valoración de las mujeres, quienes están al lado de sus hombres a la hora de resistir, mujeres de mucha fuerza y personalidad. El día que fui, el 27 de agosto, se hacia una ceremonia a la Luna (que hacia poquito había estado llena), a la que solo asistirían mujeres, en ella se la veneraba en vistas que empezaban las cosechas y es tiempo de fecundidad, porque según me dijeron, en esta época es probable quedar embarazada, porque el cuerpo está débil del invierno y la nueva vida aflora con fuerza.
Así que este es tiempo propicio para que la nueva vida aflore… 




jueves, 9 de septiembre de 2010

San SalvadoR de Jujuy



La casa donde estoy en San Salvador de Jujuy invita a la relajación y la escritura, estoy en una terraza soleada en un barrio alejado del centro y en las alturas, Los Perales, lo que ocasiona que los lugareños una vez que llegan a estos sitios refunfuñen a la hora de ‘bajar’ a la ciudad, que en auto está sólo a unos 15 minutos… Es sorprendente la cantidad de bellos y apacibles lugares que pueden conocerse en (por decir un numero) 30km a la redonda de San Salvador de Jujuy y casi nadie menciona… aunque deja de asombrarnos cuando contemplamos que en muchos casos ni los mismos jujeños que habitan la capital han visitado alguna vez. Lo que también es cierto es que en Jujuy se difunden poco algunas de sus bellezas naturales, a diferencia de la provincia vecina de Salta, donde todo reservorio con belleza paisajística se promociona con alta voz y en completos paquetes turísticos con guía, porque ‘meterse por ahí’ a recorrer no es estimulado. En la provincia con forma de zapato se distinguen distintas regiones debido, entre otras cosas, a las acentuadas variaciones de altura que oscilan entre los 350 y los 4000 metros sobre el nivel del mar. Estas zonas definen cuatro circuitos turísticos con paisajes, flora y fauna diferentes: la popular Quebrada de Humahuaca, la Puna, las Yungas y los Valles.

Los sitios menos promocionados son los que integran estos últimos, que es lo que llamo el radio alrededor de la capital. En la misma San Salvador hay un lugar que considero imperdible, el Parque Botánico Municipal, es una reserva natural de selva de montaña o yungas, con la particularidad climática de la región llamada nuboselva. Este sendero de tan solo 1 km en subida permite sumergirse en la humedad y la sombra de árboles enormes y lianas enmarañadas (que regalan bocanadas de aire fresco que bajo el sol abrazador y el calor intenso son evocadas alegremente), mientras la melodía de los numerosos pájaros que allí habitan musicalizan el camino que desemboca en, lo que creo que es, el mirador más alto de la ciudad (una plataforma de madera como si fuera el puesto vigía del guarda-parque), que permite una vista panorámica del valle donde se encuentra la ciudad, rodeada de inmensos cerros donde crecen las densas yungas.

Hay un lugar cuyo nombre puede sonar pomposo pero definitivamente le hace honor a su esplendor, las Termas de Reyes. Quedan a casi 20km al oeste de la ciudad, el día que fuimos la tormenta Santa Rosa todavía acechaba la región, por tanto el camino lo recorrimos en medio de una densa neblina… al llegar a destino me preocupé por las altas probabilidades de enfermarme, dado que la pileta de aguas termales es al aire libre y entre la llovizna y el frio no parecía un plan inteligente… Fue una experiencia inolvidable, el vapor del agua evaporada se confundía con la neblina y no se veía absolutamente nada, sabíamos que hacia frio pero nuestros cuerpos estaban muy a gusto en el calor del agua, estábamos sumergidas en un limbo de tensiones aparentemente insalvables…  y así nos quedamos como tres horas. Hasta que cayendo la noche, un viento de esos renovadores bajo el influjo de Iansá  barrió la nube estacionada y ante nuestros ojos aparecieron los imponentes cerros verdes y selváticos que nos rodeaban. Todo había cambiado, o todo estaba igual solo que el velo que lo cubría se había corrido, pero a mí este lugar me había cambiado. El paisaje hasta llegar allí es una incógnita, porque a la ida la neblina y a la vuelta la noche impedían contemplarlo, quizás sea un buen motivo para volver…

Existe un pueblo cercano que llaman ‘ciudad de diques’, El Carmen. El camino por el cauce del rio me pareció encantador, si bien el lecho del mismo era muy superior al delgado hilo de agua que corría por ser una estación seca. Pasamos por el dique Los Alisos y luego visitamos los diques La ciénaga y Las maderas. Son lugares de recreo y de buena pesca, espejos de agua rodeados de cerros para descansar por las tardes bajo alguna sombra o degustar un plato de pejerrey. El paisaje es una postal, pero a mi parecer de esas postales estáticas y detenidas en el tiempo, hay algo con las aguas que no circulan que me genera una sensación de estancamiento, como si ponerle una barrera al fluir del rio de alguna manera se me presentara como una barrera para avanzar, para caminar… por eso prefiero los ríos y el mar a los lagos y sobre todo a los diques, cuya artificialidad refuerza este no dejar fluir…





miércoles, 8 de septiembre de 2010

Dique Cabra Corral - Salta

La diversidad paisajística de esta región es asombrosa: montañas, ríos, desiertos y selvas separados por cortas distancias, también sorprende la amplitud térmica, con días de mucho calor donde el sol quema  y noches frías donde los huesos duelen… y encuentro este variado panorama como correlato a las múltiples sensaciones que uno puede experimentar en un breve período de tiempo como son 24horas.  La mañana que nos fuimos de Cachi recorrimos el Parque Nacional Los Cardones, el Valle Encantado y la Cuesta del Obispo y así quedaba atrás un lugar de ensueños como salido de un cuento infantil. Mi decisión de ir al dique Cabra Corral implicaba que en El Carril nos separábamos con Enrique y  Juanan, los vascos con quienes había compartido mucho en muy poco tiempo y la despedida tenía una nota nostálgica y melancólica. La localidad más cercana al dique es Coronel Moldes, desde donde salen unos colectivos con poca frecuencia horaria. Mientras lo esperaba unos pescadores se ofrecieron a alcanzarme hasta allá y como el colectivo iba a llegar recién al atardecer me fui con ellos. Era un lunes y en mi obstinación por conocer el dique no contemplé que es muy visitado los fines de semana y durante el correr de la semana es poco frecuentado turísticamente, tanto es así que casi todos los lugares para parar están cerrados y por tanto el camping/hostel que había elegido para descansar estaba desierto. Atardecía y la soledad del lugar me invadía, no era una soledad agradable y apacible, sino que era de esos silencios que ocultan para no decir. Había algo en el lugar que me ponía intranquila, la magnificencia del dique era deslumbrante, verdaderamente es un enorme espejo de agua rodeado de montañas, donde hay muchos chalets y casas esplendorosas de veraneo, con sus puertos privados, sus barcos y lanchas, pero esa suntuosidad me resultaba chocante habiendo conocido la precariedad de los pueblos de los alrededores. De hecho los pescadores me llevaban en un Renault 12 algo destartalado y en eso nos pasa un BMW coupé descapotable, me sentía en Miami y estaba en Salta, todo era raro… El cuidador del lugar se apiadó de mi desolación y me guió a la casa de una familia de lugareños donde podría pasar esa noche para decidir con la luz de la mañana qué hacer… Era una familia agradable y de pocas palabras, así que me quede en el galpón algo abandonado que me ofrecieron secretamente (porque no era de ellos), decantando todo lo vivido durante el día y procurando ahuyentar una enorme araña que era la propietaria de ese lugar. Por la mañana camine por este extraño destino hasta llegar al puente desde donde se promocionan los saltos al vacio, bungee jumping, una experiencia adrenalínica de caída libre de 20 metros que no me entusiasma en absoluto. Averigüé que el dique se había construido en 1974, y contemplé sus aguas profundas, quietas, mansas y silenciosas, algo de eso turbio que me alteraba se iba dilucidando… hay un silencio estremecedor, este dique guarda parte de esa historia negra que se vivió en el país, vio cosas que era mejor no mencionar, que nadie veía o que nadie quería ver… Armé la mochila y decidí irme de ahí, en eso encontré unos hombres que trabajaban en el alumbrado que iban al pueblo y bajé con ellos,  cuando empezó la conversación de presentación uno me preguntó “te dejaron dormir anoche?”, “quiénes?”, “las almas en pena” me respondió y se me puso la piel de gallina… me contó que él no dormía nunca en el dique, porque algunos de sus compañeros habían sido perturbados por las noches por hombres que por penas de amor encuentran una drástica solución a sus problemas en esas aguas. Creer o reventar, pero evidentemente eso que me dejaba intranquila al llegar altera a varios… así que me fui a Salta, donde me esperaban otro tipo de sorpresas…



sábado, 4 de septiembre de 2010


Diversidades Encontradas

Santiago del Estero
Cuando atravesemos la frontera de Córdoba vamos a caer que estamos de viaje”, y así fue nomas…  dejar cierta familiaridad de paisajes provoco que mi cuerpo experimente y sienta que ese viaje tan anhelado había comenzado… Quizás por eso empiezo el relato del viaje desde aquí, salteando la estadía en la cercana Rosario, en  la nevada Villa Giardino y en Capilla del Monte. El cambio de lo que veíamos desde las ventanas del Dacia era notorio, adiós al monte cordobés y bienvenida la sequia y la aridez santiagueña, ese calor seco que la piel siente y los pulmones celebran.  La primer parada fue Termas de Rio Hondo, un destino preferencial para la tercera edad por la virtudes de las aguas termales. Por tanto, en el camping donde nos  asentamos nos rodeaban el rio dulce y las casas rodantes de los muchos que van a descansar en las piletas calientes y sanadoras. Después de recargar energías, nos dirigimos hacia la capital de la provincia, donde el fin de semana largo del 17 de agosto se celebraba un nuevo natalicio de la abuela  Carabajal. La comunidad virtual de Couchsurfing facilito un encuentro maravilloso con Mariano, un santiagueño de lo más simpático y hospitalario y con Itati, quien visitaba la provincia con la firme intensión de bailar chacarera hasta la madrugada.  Frecuentamos entonces el barrio de La Banda, guiados por entredichos y presentimientos, porque la enemistad que existe entre santiagueños y bandeños,  sumado a una extrema desinformación de los eventos y festejos, provocaba que absolutamente nadie supiera con certeza qué sucedía del otro lado del puente Carretero…  Ya en el barrio Los Lagos, gozamos y bailamos algunas de las 40 horas de chacarera continuadas para entrar en el record guiness, de los pasteles y empanas fritas, las tortillas y los bollos, las gigantes ollas con locro  (harinas y frituras por demás). Admiramos la heterogeneidad de las parejas, de todas las edades y procedencias, que en esa callecita bajo la inclemencia del sol invernal y rodeados de puesteros de comida, hacían que el polvo del suelo tiñera nuestros cabellos… la sensualidad en la zamba, la coquetería del zarandeo, la hombría y la fogosidad en el zapateo, la pasión para tocar de los músicos, el desgarro de las voces para cantar… Santiago es una ciudad con historia y mucha superstición y quizás verdaderamente aquellos que tocan y bailan con el alma se hayan entregado a la Salamanca…